martes, 20 de noviembre de 2007

EL SILENCIO DE LAS VIEJAS MONTAÑAS

LA SIERRA DE LOS ANCARES

La propuesta de hoy es un viaje por una zona que conocemos de oído, pero pocos son los que la conocen físicamente. Os animo a visitarla, pues cuando yo lo hice, hace un par de años quedé impresionado por la exuberancia de la naturaleza, manifestada en sus bosques, el silencio y la sencillez de la vida en la zona.


Puente sobre el rio Navia

Hay que pensar que se trata de una zona, en general mal comunicada, que ha vivido durante siglos aislada, con una economía de subsistencia y una relación con el exterior casi nula.
Esta sierra abarca las provincias de Lugo y León y pueden visitarse en un día, si se quiere, entrando por una provincia y saliendo por otra. Yo os recomiendo y así lo veis en mi propuesta dividirla en dos visitas, una a Lugo y otra a León. Ello nos permitirá disfrutar del paisaje, ver con detalle los pueblitos que vamos pasando y por qué no decirlo, ya que las carreteras son estrechas y sinuosas, evitar mareos y accidentes en nuestras prisas por verlo todo. La de hoy corresponde a la de Lugo.

Conjunto de Pallozas, hoy convertidas en museo
Quiero deciros que este y muchos viajes de los que hago los preparo con unas guías para mi muy buenas como son las GUIA TOTAL de Anaya. De la correspondiente a Galicia he tomado buena parte de la información que incluyo en el relato.
El macizo de Los Ancares, prolongación de la Cordillera Cantábrica, pero con un relieve más antiguo, suave y ero­sionado tiene su techo en los montes Cuiña (1.987 m), Mustallar (1.924 m), pico de Lan­za (1.876 m), Penalonga (1.870 m), Corno Maldito (1.847 m) y Penarrubia (1.821 m).

En las cumbres predominan el monte bajo de brezales o uceiras y los piornales; en las laderas, los robles, castaños, tejos y pinos de repoblación (pino carrasco); los frondosos valles cuentan con álamos, fresnos, abe­dules, sauces, alisos y avellanos. Aunque no tan abundantes como antaño, también vemos los arán­danos, el serbal y el protegido acebo.
El principal bosque de An­cares está en Suarbol (vertiente leonesa).

Interior de una Palloza, hasta hace poco habitada
En la fauna montesa están pre­sentes ciervos, corzos, gamos, jabalíes, zorros, ardillas, jinetas, garduñas, martas, tejones, 31 tipos de anfibios y reptiles, azores, ga­vilanes, cernícalos, buhos reales, mochuelos y perdices. Los uro­gallos, símbolo de Los Ancares, son en la actualidad tan escasos que casi se les conoce por su nom­bre propio.

Ancares fue hasta hace poco un mundo rural arcaico de costum­bres enquistadas; la singular arquitectura de las pallozas refleja a la perfección dichos modos.
Palloza o pallaza (León) es el nom­bre que reciben unas achaparra­das construcciones circulares u ovales con techo cónico de paja. Sus muros de piedra esquistosa, con refuerzos de granito en los escasos vanos, en ciertas partes no levantan más de 1 m del suelo; ello, unido a la forma aerodinámica de la cubierta impermeable (el colmo o paja de piorno, brezo y centeno es cosido con veos de retamas) y a la oportuna orienta­ción en relación a los vientos domi­nantes, evita las corrientes de aire y guarda el calor; un esteo o pie derecho sostiene el techo.
En el sombrío interior, dividido por tablas de madera, compartían el espa­cio hombres y animales, gene­rando estos últimos una rudimen­taria calefacción natural.
En el invierno la lumbre permanecía siempre encendida, y era creen­cia arraigada que daba mala suerte apagarla.

Hoy no quedan ni la mitad de las pallozas que había hace cien años, y resulta sorprendente el dato de que hasta 1992 aún existiese una habitada.

Piornedo y O Cebreiro tienen las agrupaciones mejor con­servadas, que recuerdan los castros prerromanos, aunque en rea­lidad no estamos sino ante la pervivencia de formas antiguas bien adaptadas a las condiciones de la montaña.
En las aldeas, cerradas en sí mis­mas para protegerse del frío y los vientos, surgen los hórreos de tipo astúr con techos de paja o pizarra, caja de madera sin corredores y pies de piedra. Es la despensa múl­tiple donde se guarda el grano y curan los jamones y embutidos.
La albariza, o agrupación de colme­nas rodeada por un muro, es visi­ble en las laderas. La especifici­dad del polen de la montaña hace que su miel sea muy apreciada.
Las vacas en el interior de la palloza convivían con los humanos.
(Actualmente las crían en el interior a oscuras para acelerar su engorde)
RUTA PROPUESTA

En Becerrea (N VI) salimos por la carretera que conduce a Navia de Suarna. Desde Liber, a 9 km, se puede ascender hasta Los Ancares por el estrecho valle de los ríos Cervantes y Cancelada, con inicio de trayecto en Pontes de Gatín (puente medieval) y lle­gada a la campa da Braña, pero nosotros seguiremos el camino más corto y hermoso en panorámicas: aquel que arranca 1 km después, también a la derecha, y cruza San Román de Cervantes.
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Por estas tierras tuvo casa el linaje de los Saavedra, lo cual, unido al topónimo Cervantes en alusión a los ciervos, ha hecho afirmar a algunos que la familia de Don Miguel de Cervantes era natural de estos pagos, algo que el gran escri­tor siempre ocultaría por tenerlo a menos; sólo en El Quijote, un cautivo, que ha sido identificado con el autor, dice haber nacido en los "montes de León".
Superado San Román, el camino se empina ha­cia Degrada, pasan­do antes por el gran pinar de Sete Carballos(1.268 m). Al fondo se ven las cumbres que sirven de frontera entre Galicia y León.
En la Campa da Braña* (1.365 m) confluye la carretera LU 723. Éste es un lugar idóneo para emprender reco­rridos a pie hasta la campa de Brego (refugio), a la cumbre de Tres Bispos*, donde a 1.792 m se unen los obispados de Astorga, Lugo y Oviedo, y a los montes Penarrubla, Corno Maldito y Mustallar.

Si avanzamos por el desgastado altiplano con aspecto mesetario, pronto nos topamos con el albergue de montaña del Club Ancares, asen­tado a 1.400 m en la campa de Fieiro.

Camino de Piornedo, vemos el desvío a la campa de Barreiro (20 minutos a pie), lugar en el que cada tercer domingo de julio se celebra la popular y concurrida Festa Monteira de Ancares. Es costumbre beber tres veces en la fonte dos Namorados para garantizar el matrimonio en los próximos dos años.
El valle del Ortigal, Vilarello y Donís (casatorre e iglesia) nos condu­cen a Piornedo**, a 19 km de la Campa da Braña, pomposamente anunciado como "poblado prerromano".
Su conjunto histórico-etnológico es único por la presencia de varias pallozas, una de ellas convertida en un pequeño museo (aperos de labranza, trampas para la caza, etc.).
Desde aquí podemos practicar el senderismo hasta el herbal de Chao Grande, la campa de Campo Redondo y el monte Mustallar.
Un hórreo para conservación del grano
La carretera que desciende al Bierzo pasa por Suarbol* (pallozas), puntode partida adecuado para ascender al Cuiña*; otra sigue el valle del Ser hasta la Pobra de Navia.
Restos del castro prerromano
Para salir de Los Ancares regresamos a la campa da Braña y nos dirigimos a Ambasmestas (N VI) por Cela y Doiras.
En esta última localidad se conserva un castillo roquero con airosa torre del homenaje.

Una leyenda cuenta como cierta doncella había desaparecido de la fortaleza sin dejar rastro.
Tiempo después, su hermano salió de caza y dio muerte a una cierva; como no pudo entonces cargarla, le cortó una pata y se la llevó en señal.
Pero al llegar a casa y abrir el zurrón, no halló sino una blanca mano de mujer con el anillo de su añorada hermana en un dedo.
En el lugar donde había dejado la presa encontró su cuerpo mutilado: algún maleficio la había convertido en cervatilla.