sábado, 2 de enero de 2010

SAN MARTIN DE ELINES

SAN MARTIN DE ELINES





Antes de iniciar la narración relativa a esta bella colegiata quiero pedir disculpas a los que venían siguiendo mis relatos, por tanto tiempo de silencio. No ha habido ninguna razón concreta que lo haya motivado. He empleado mi tiempo en otras tareas y he descuidado esta.

Pero aquí estoy de nuevo con ganas de ponerme al día y contaros muchas cosas




La exposición que hoy inicio tiene que ver con el viaje que recientemente he hecho por tierras burgalesas, donde acudí junto con Chary, mi hermano Cayetano y dos compañeras del coro, Mª Jesús y Sofía, a pasar unos días con nuestros buenos amigos Marga y Mané, que por motivos laborales residen allí.





Ellos conocen muy bien la zona y nos propusieron visitar dos joyas del románico cántabro: Las Colegiatas de San Pedro de Cervatos y la de San Martín de Elines, que hoy os presento.



La forma más directa de llegar desde Burgos es tomando la N-623 dirección Santander. A la altura de Escalada tomar a la izquierda la BU-643 que nos lleva en primera instancia a Orbaneja del Castillo, en uno de los más espectaculares Cañones del Ebro (merece la pena detenerse y disfrutar de un singular paisaje y pasear las callejuelas del pueblo, lleno de curiosidades).



Continuamos por la misma carretera durante 13 Kms y llegamos al desvío de San Martín de Elines, donde sorprende y saluda airosa, lo que queda de una importante colegiata.


Allí nos recibe el padre Bertín Gutiérrez, (se puede contactar con él, para solicitar la visita, en el Tfno. 942776343) actúal párroco y uno de los culpables de la restauración y conservación de este conjunto monumental quien con gran cariño nos cuenta lo que se sabe de su historia y características.





La iglesia del antiguo monasterio de San Martín de Elines es una de las cuatro colegiatas montañesas que han conservado su factura románica y con ellas, adquiere el arte románico su cumbre.


Una torre-escalera cilíndrica se apoya a su muro meridional.





Se levanta en el pueblo que lleva su nombre, un poco en alto dominando el curso del Ebro, los campos y la rocosa mole de La Moñeta (1179 m), paredón vertical por donde el páramo de La Lora se asoma a la cuenca de aquel río, un poco antes de que éste rompa las hoces de Orbaneja del Castillo, en su primer intento de abrirse paso al Mediterráneo.



San Martín de Elines debió de ser un muy antiguo monasterio, seguramente familiar, que nacería en el siglo IX, cuando los primeros avances repobladores cruzan la línea de los altos montes cantábricos en busca de la recuperación de la meseta. Es en ese siglo en el que se horadan las rocas areniscas del valle para abrir sus conocidas iglesias rupestres, creándose así fuertes focos de vida capaz de poder resistir los posibles intentos de los musulmanes.





De la existencia antigua de este monasterio nos queda un patente testimonio en los restos de su primitiva iglesia mozárabe, del siglo X, que se conservan en los muros del claustro que dan al cementerio. Se trata de dos arcos de herradura, ahora ciegos, y de dos ventanitas que en la cara opuesta de este mismo muro miran al patio claustral y que llevan también arquillos de herradura muy cerrados rodeados de relieves con decoración floral y sogueado.






De la existencia antigua de este monasterio nos queda un patente testimonio en los restos de su primitiva iglesia mozárabe, del siglo X, que se conservan en los muros del claustro que dan al cementerio. Se trata de dos arcos de herradura, ahora ciegos, y de dos ventanitas que en la cara opuesta de este mismo muro miran al patio claustral y que llevan también arquillos de herradura muy cerrados rodeados de relieves con decoración floral y sogueado.


Los recuerdos visigodos, asturianos y árabes están ya recogidos en estas ruinas que pudieron haberse levantado con motivo de la corriente repobladora que a finales del IX alcanza esta región y que está dirigida por Fernando y Gutina fundadores de San Miguel de Escalada.
Al parecer en 1102, según un documento, fue cuando esta iglesia mozárabe se arruinó -"Era de CXL, ruit ecclesia Santi Martini de Helines"- y por estas fechas, seguramente en las dos primeras décadas del XII, ya se estaría construyendo el edificio románico que ha llegado a nosotros.







En la actualidad el conjunto monumental lo forman la iglesia románica a la que se adosa un pequeño claustro de factura posterior



La iglesia es de una sola nave, de tres tramos, siendo el primero de éstos cubierto por gran cúpula sobre pechinas. Los otros dos debieron de tener siempre, como ahora, cubierta de madera a dos aguas.





La iglesia se cierra al este con un presbiterio recto y un ábside semicircular.






Al exterior tiene buena altura y lleva una cornisa sogueada o simplemente moldurada soportada en toda su extensión por numerosos y variados canecillos.






Una torre-linterna sale al exterior para cubrir la cúpula; es cuadrada, con un solo óculo al este, y en su origen pudo tener más altura.



El ábside lleva arcaduras ciegas que envuelven las ventanas, que son tres, separadas por columnillas altas que suben hasta la cornisa. Capiteles, cimacios e impostas van decoradas. Hay en el muro derecho de este ábside el único resto de pintura románica de Cantabria con la representación de dos apóstoles.


En el interior, lo mejor es el ábside con ocho arcaduras ciegas en bajo con sus correspondientes capiteles todos tallados con motivos animales, vegetales y humanos.






Originalísimas son los cuatro grandes pilares entregos, y casi cilíndricos, que sostienen la cúpula, con enormes capiteles con diversos temas: Sansón y el león, Epifanía, Matanza de los Inocentes, Daniel entre los leones, grandes piñas, cabezas humanas, etc, que, con los capiteles del arco triunfal y del primer tramo, componen un conjunto escultórico admirable.


En su día, todo el ábside interior debió de estar cubierto de frescos románicos de finales del XII, de los que nos han quedado dos apóstoles y algunos animales.

El claustro es la antesala de la iglesia. Fue reconstruido en el siglo XVI, con material de derribo, por eso es sencillo. Conserva, sin embargo, una importante colección de sarcófagos, románicos los más, y uno gótico con frontal de Pantocrator y apóstoles, algunos bellamente decorados.

Hay uno muy llamativo por la riqueza de sus relieves, ya góticos, del siglo XIII. En el lomo de su tapa aparece una larga espada e inscripción del año 1231. Aparece la concha del peregrino a Santiago, lo que hace pensar que pudiera tratarse de algún infante o noble que de camino a Compostela pasó por el monasterio, donde encontró la muerte. También es conocido como el sepulcro del Caballero Peregrino.




Completa el conjunto un pequeño museo instalado en lo que se cree son los restos del antiguo monasterio benedictino y parte del mozárabe.

Alberga piezas de un indudable interés, destacando sobre todas una tapa sepulcral con relieves de de tres estilos diferentes: románico, gótico y mozárabe.