jueves, 6 de diciembre de 2007

EL BURGO DE OSMA

POR TIERRAS DE SORIA JUNTO AL RIO DUERO.

Cuando me levanté esta mañana, me vino al recuerdo el viaje que el año pasado iniciábamos tal día como hoy hacia tierras de Castilla. Queríamos celebrar que la Coral del Corpus Christi cumplía 10 años. El viaje duró 5 días y durante el mismo vimos, he hicimos muchas cosas que ya os iré contando poco a poco. Hoy me voy a centrar en daros a conocer un pueblo, o ciudad, da lo mismo que a mi me gusta mucho y que tiene mucho sabor medieval en sus calles, en sus casas de bonita piedra de arenisca y en las maderas que forman la viguería o el granito de los pilares bajo sus evocadores soportales.
Si no habéis estado por allí os animo a que vayáis y sentiréis paseando por sus calles como os aborda el Obispo Pedro o quizas os sale al paso el rey Alfonso onceno (hasta el ordinal resulta muy de la época del personaje), o tantos y tantos personajes que la tierra dió para la historia, primero de Castilla y luego de España.

Comenzamos con sus origenes y desarrollo y conoceremos los principales monumentos. Venid conmigo.


El nombre de Osma proviene de la antigua Uxama, localizada al oeste de Osma, sobre el cerro conocido como El Castro.

El origen de este asentamiento estaría en la Edad del Hierro (siglos VI-II a.C.) en un poblado habitado por los arévacos, uno de los pueblos celtibéricos que se opuso al imperialismo romano a lo largo del siglo II a.C.
Tras la conquista romana, Uxama se convertirá en uno de los principales núcleos urbanos de la provincia Tarraconense. De esta época destacan la Casa de los Plintos, las cisternas, el tambor o el acueducto.

Con la caída del Imperio Romano, en el siglo V d.C., y el asentamiento del pueblo visigodo, el antiguo núcleo urbano romano se reducirá y se trasladará del cerro al llano, en el solar de la actual Osma, Oxoma entonces. Este núcleo mantendrá una importancia relativa, como lo prueba el que hubiera una sede episcopal al menos desde el 597.

A partir de la invasión musulmana se suceden una serie de conquistas y reconquistas; así, en el año 912, el conde castellano Gonzalo Téllez conquistó y repobló la ciudad de Osma, comenzándose, en este mismo año, la construcción del castillo; pero en el 934, los musulmanes se apoderan de nuevo de este territorio.

El siglo X fue, por tanto, un período conflictivo que terminó con dominación cristiana. En el 1101 la cristiana Osma acoge a Pedro de Bourges como primer obispo de la ciudad; el que luego sería San Pedro de Osma, mandó construir una catedral de estilo románico en un arrabal de Osma, que iría aglutinando a un pequeño núcleo de población, o burgo.

Durante el siglo XII esta pequeña villa episcopal y cultural se transformaría en El Burgo de Osma, con personalidad jurídica propia (según privilegio del rey Alfonso VIII) e independiente de Osma.

El Burgo medieval se desarrolló teniendo como centro de referencia la Catedral, reedificada a mediados del siglo XIII en estilo gótico, en torno a la que fueron surgiendo calles estrechas y serpenteantes. El elemento urbano más característico será el soportal, elemento castellano que desempeña la doble función de proteger del sol y lluvia, a la vez que da cobijo al comercio; durante el reinado de Alfonso XI se concede a esta villa el derecho de un mercado semanal que perdura actualmente.


Junto a los lienzos almenados de la muralla medieval el primer monumento notable que sale al paso de visitante que accede a la ciudad es la antigua Universidad de Santa Cata­lina, construida en estilo renacentista a mediados del siglo XVI y empleada después para funciones diversas, hasta retornar a su uso docente como Instituto de Bachillerato.



A la entrada del antiguo casco urbano, la calle Mayor, con sus casas alzadas sobre soportales. Conduce, hasta la también porticada y barroca, Plaza Mayor.



Al final de la calle, que avanza entre vis­tosos soportales apoyados sobre co­lumnas de piedra o madera, se hallan el Palacio del Obispo, con portada de arco polilobulado y un alfiz rodean­do el escudo central y el Seminario.



En ella se alzan frente por frente, el Ayuntamiento, sencillo edificio de 1768, y el más ostentoso hospital de San Agustín, reedificado en el siglo XVIII, con dos torres con cha­piteles a ambos lados de la fachada presidida por una imagen del santo, entre blasones. Ha sido restaurado para convertirlo en centro cultural.


Sin embargo, el principal monumen­to, situado en una zona que exige ur­gentes medidas para atajar su avan­zado deterioro, es la Catedral, obra de factura inicial románica, continuada a partir de 1232 por el monje clunia­cense Pedro de Osma según cáno­nes góticos.



En lo fundamental fue acabada a mediados del siglo XIV, si bien aún se le añadirían el hermoso claustro, del gótico tardío (1512), y la monumental y un tanto pesada torre barroca, de 72 m de altura, desde la que se contempla una amplísima panorámica del contorno.



En el inte­rior, de tres naves de clara influencia francesa, destacan el retablo mayor (1554), obra de Juan de Juni y Juan Picard, y la verja plateresca que cie­rra la capilla central, debida a Juan Francés (siglo XVI).
La sacristía y la llamada capilla Palafox fueron cons­truidas en el siglo XVIII por Juan de Villanueva.

El templo alberga muchas piezas de interés, como la tumba en piedra policromada de Pedro de Os­ma (1251), del que la tradición refiere muchos y portentosos milagros.


No obstante, la joya artística del lugar, que puede contemplarse en la sacristía, es el llamado Beato de Osma (1086), precioso códice que reproduce el Comentario al Apoca­lipsis de San Juan, de Beato de Lié­bana, ilustrado con espléndidas minia­turas mozárabes.



Un púlpito de mármol o las vidrieras rena­centistas, y otras muchas obras que componen el Museo Catedralicio y Diocesano, instalado en diversas dependencias situadas en torno al claustro, donde también pueden verse las mejores huellas románicas del edi­ficio: una arquería doble con arqui­voltas y capiteles magníficamente es­culpidos.


A mediados del siglo XV, el obispo oxomense Pedro de Montoya manda construir la muralla que encerrará el núcleo medieval burgense y de la que quedan restos notables en la Puerta de San Miguel; el motivo de su construcción fue por la agitada situación política y social que vivía Castilla en los años centrales de esta centuria. Aunque parece que la muralla nunca se utilizó en su aspecto defensivo, sirvió en el 1600 para salvaguardar a la villa de una terrible peste.


Los primeros años del siglo XIX, durante la Guerra de la Independencia, concretamente en noviembre de 1808, entraron en el Burgo más de veinte mil soldados franceses procedentes de Aranda que se dirigían a Soria; a su paso saquearon y se dedicaron a todo tipo de actos vandálicos.
Será el comienzo de una etapa de decadencia por la que atravesará la villa burgense hasta bien entrado el siglo XX.



Por último, no lejos de la Catedral, el reciente acondicionamiento de la ribera del Ucero, a los pies de los res­tos del castillo de Osma, ha con­vertido la zona en un extenso paseo sumamente agradable.