domingo, 29 de junio de 2008

MI VIAJE POR EL PIRINEO DE HUESCA (5)





Día tercero: 7/6/2008
CAÑON DE AÑISCLO Y VALLE DE VIÓ


La mañana como ya dije en mi anterior relato, amaneció despejada y nos invitaba al paseo que en esta ocasión emprendimos hacia el Cañón de Añisclo que corresponde fundamentalmente al valle del río Bellos.

Para llegar a él debemos tomar, si vamos por la carretera que une L’Ainsa con Bielsa, un desvío señalizado que existe a la altura del pueblo de Escalona, justo antes de su iglesia.
Nosotros salimos desde Puyarruego, que como ya sabéis se localiza a la entrada del valle del Bellos, próximo a los desagües del cañón del río Yesa.

Por cierto que aprovecho para decir que este pueblo es conocido por su fuente minero-medicinal.


Bien pues avanzamos desde allí unos 5 Kms, hasta encontramos el deshabitado pueblo de Gallisué y la Fuente de los Baños.

La fuente de los baños se encuentra situada, al fondo de un estrechísimo desfiladero formado por la acción erosiva, durante siglos, de las aguas del Bellos sobre la roca calcárea.


Un panel indicativo en la carretera marca el comienzo de las numerosas escaleras que, para facilitar el descenso, nos conducirán a la surgencia.

Esta fuente es muy conocida por los beneficios que reportan sus templadas aguas para la salud y a ella acuden desde hace muchos años un gran número de personas, aquejadas en su mayoría de afecciones bronquiales. Para que la ingestión de estas aguas surta algún efecto hay que realizar una novena, es decir, que los agüistas las deben beber durante nueve días seguidos.

Aunque hay quien atribuye los buenos resultados de las mismas a las excelentes comidas que sirven en Escalona (donde suelen alojarse los visitantes) y a los paseos que hay que realizar hasta la fuente, pues el agua debe beberse in situ.


Tras la bajada y posterior subida reemprendimos camino, adentrándonos en el estrecho mundo del desfiladero las Cambras, que si podéis y para poder saborearlo en toda su plenitud os aconsejo que lo hagáis andando.

Nosotros lo hicimos en coche con algunas paradas antes de llegar al aparcamiento donde dejamos el coche y a pie hicimos una ruta cerrada que paso a describiros.


Se trata de un circuito cerrado de unos 2,2 Kms y en el que se invierten algo más media hora.



Debemos caminar en sentido inverso a la marcha que traíamos casi un Kms desde el aparcamiento hasta las señales y una vez allí coger la pista que nos lleva a la ruta.


Después de unos pasos llegaremos a un bifurcación. Tomamos a la derecha.

Cruzamos el puente viejo sobre el río Bellos y continuamos por la senda que vira a la izquierda y desemboca en la pista.

Al llegar a un panel informativo, seguimos a la izquierda hasta la Ermita de San Urbez.

Después de pasarla llegamos a una bifurcación. Seguimos la señal hacia el "Circuito de San Úrbez" a la izquierda hacia abajo.


Más
adelante llegamos a un mirador con vistas sobre el río y del cañón. En unos minutos un panel informativo nos habla de los viejos molinos del río.


Cruzamos otro puente con una vista a la cascada y
acantilados del río. De inmediato giramos a la izquierda hacia el "Circuito".


Para ver los
restos, muy descuidados, de un molino, sobre el Aso seguimos la señal que nos lo indica, alcanzándolo en unos 4 minutos.

Una vez visto, volvemos sobre nuestros pasos para retomar el camino principal
En la bifurcación siguiente (30min) (950 m) seguimos a la izquierda. Las vista de las paredes rocosas del
cañón y de los Sestrales que lo coronan son buenas.
Por último y antes de llegar al aparcamiento pasamos delante de una
cabaña.


Tengo que decir que donde nos encontramos es realmente donde da comienzo el verdadero Cañón de Añisclo. Lo hace bajo los grandes pórticos pétreos de Mondotó y Sestrales.


Una senda se adentra por el fondo del cañón hasta llegar a la pequeña llanura y bosquete de la Ripareta.
El camino puede continuar hacia el chorro de la cascada de la Fon Blanca (5 horas) y hacia el collado de Añisclo (7 horas), que da paso al valle de Pineta, o bien hacia la suspendida, aérea y espectacular faja del barranco lateral de la Pardina. Cualquier recorrido merece la pena.

Nosotros no lo hicimos por problemas de movilidad de alguno de los viajeros.



Por cierto que el cañón, impresionante tajo en el terreno, estuvo a punto de ser ahogado bajo las aguas de la presa de una centra! hidroeléctrica. Hoy, este lugar idílico está catalogado bajo la figura de la máxima protección que puede concederse a un espacio natural. Sin duda. su pérdida habría sido algo irreparable e insustituible para el Pirineo.



Desde el aparcamiento tomamos otra carretera que sale desde ese punto y nos lleva al llamado Bal de Vio, donde se encuentran los pueblos típicos de Buerba y Vio, disponiendo desde su altiplano de inmejorables vistas del macizo de Monte Perdido.

Un mirador, con una mesa de lectura de paisaje, se asoma en una curva frente al cañón.

Nuestro objetivo era visitar la iglesia parroquial de Vio, de estilo románico, erigida en el siglo Xll en honor de San Vicente Mártir.


Después de 2 Kms. de subida, tomamos un desvio y tras otros 2 Kms llegamos a Vió y nos adentramos en su caserío, prácticamente abandonado. Encontramos un lugareño, Jesús, que se ofreció por un módico precio a abrirnos la iglesia.

Su parroquial dedicada a San Vicente Mártir, se halla exenta en una explanada poco antes de llegar al pequeño caserío del lugar.

Es uno de los 2 habitantes estables que tiene el pueblo, aunque en realidad hay 4 casas rehabilitadas. El resto se encuentra abandonado.
Desde sus proximidades, las vistas hacia el Cañón de Añisclo, con el incomparable telón de fondo del macizo de Monte Perdido son inolvidables



El templo se halla orientado a levante. Su planta es rectangular, rematada por medio de ábside.

En época posterior (XVI) se añadieron capillas laterales así como una recia torre adosada a su muro de poniente a la que se accede por medio de escalera exterior y vano en altura en su lienzo sur a la altura de la cornisa
Al exterior lo más interesante del templo es su cabecera.

Centra el cilindro absidal un ventanal de doble derrama de sencilla hechura. Por encima, once arquillos ciegos al modo lombardo, apeados en ménsulas lisas, a excepción de la situada sobre el lado norte del ventanal, que se decoró con una tosca escultura a modo de cara humana.

Por encima de los arquillos corre un friso de esquinillas bajo la cornisa. Dos lesenas marginales completan la decoración absidal.


Al interior apreciamos que la nave cubre con una bóveda ligeramente apuntada, y que a ella abren diferentes capillas añadidas, en una de las cuales, al lado norte, frente a la puerta de entrada, se halla la pila bautismal gallonada del XVI.

La torre se adosó al extremo de poniente del templo, haciendo desaparecer su hastial y propiciando la aparición de un espacio abovedado rebajado con respecto a la nave probablemente usado como coro.


Al este cierra el templo con su cabecera lombarda. Cilindro absidal de medio punto levemente rebajado y cubierto por cuarto de esfera. Por detrás presbiterio atrofiado como corresponde a su estilo.
La desproporción existente entre cabecera y unión con la nave hace pensar, sobre todo dado lo apuntado de la bóveda, que ésta se realizó en un momento tardío, quizá en otra fase edificativa que la cabecera.


Pero lo más interesante de este templo, que le da personalidad propia entre los aragoneses radicaba en las pinturas de su ábside. Pasadas a lienzo, se conservan en Barbastro, habiendo sido pintada una réplica de las mismas en el templo.


Aun cuando se hallan parcialmente deterioradas, su escena central, que es Cristo en Majestad flanqueado por los Tetramorfos, se conserva muy bien, siendo magnífica su serena expresión. Lo hallamos dentro de ovalada mandorla mística, sedente sobre un acolchado escaño de aspecto orientalizante y posando sus pies descalzos sobre una estera ovalada.


Muestra textos sagrados sobre su muslo izquierdo en el que se intuye "Ego sum Lux Mundi", mientras bendice con la diestra. Porta túnica roja sobre el hombro izquierdo, que cubre su mitad inferior derecha. Túnica y vestimenta lucen elaborados pliegues, en contraposición con la camisa, en donde son muy sencillos. En ella luce bordados a modo de joyas en el cuello y embocadura de mangas.


El rostro, sereno y barbado, se enmarca en nimbo crucífero. En el polo inferior de la mandorla hallamos un motivo flordelisado. Los tetramorfos son de una traza muy naif. llamando la atención la cara del león de San Marcos, que más parece demonio que fiera.


A ambos lados de los tetramorfos inferiores hallamos a nuestra izquierda parte del martirio de San Vicente, a cuyo culto se dedicó el templo y a derecha una Epifanía con los Reyes-Magos oferentes cuyos nombres se epigrafiaron sobre sus coronadas cabezas.


En el cilindro absidal, bajo una greca de dientes de sierra rojos y blancos, motivos geométricos, cruces patadas, imitación de cortinajes y círculos de fondo rojo con grifos en su interior.
En el frontal de articulación con la nave, quedan restos de lo que fue una Psicostasis. Aún puede adivinarse la figura de San Miguel pesando las almas con su balanza y un peludo demonio intentando desequilibrarla a su favor .


Bajo esta escena, en el intradós del presbiterio, vemos músicos coronados con coronas similares a las que usan los Reyes Magos.


En el espacio frontal de la embocadura absidal vemos una representación de la resurrección de los muertos.


Cronológicamente el templo en su parte original, puede corresponder al último tercio del S XII y las pinturas a inicios del XIII.


Tras la visita nos despedimos de Jesús y seguimos camino para buscar donde comer. Esta vez lo hicimos en el bonito camping que teníamos junto a la casa.