sábado, 15 de diciembre de 2007

LAS MEDULAS

Tras las huellas de Plinio el Viejo

En el viaje que no hace mucho os comentaba por la provincia de Zamora, donde tuve oportunidad de ver Los Arribes de Duero, que ya os presenté, se me cruzó en el camino un lugar especial, que no había programado visitar en esta ocasión: Las Médulas.
Había oído hablar de ellas, a Luís del Olmo, pero no tenía mucha idea de que se trataba.
Confieso que cuando llegué y pude ver el paisaje que se nos presentaba delante, no sabía que pensar; me pareció propio de otro planeta o al menos de otro continente. Las suaves montañas rojas, en buena parte cubiertas de verde y las cuevas que cada poco se apreciaban en ellas, me dejó pensando en qué era lo qué tenía delante y cuál era su historia.



Pude satisfacer todas mis preguntas porque después de la visita como era ya hora de comer buscamos en Orellán, dónde hacerlo. Casualmente el dueño del único restaurante abierto y donde comimos, nos contó toda la historia de las Médulas, con ayuda de una publicación en la que él participó de forma indirecta, acompañando a los expertos autores de la misma, como conocedor de la zona.

El estudio de que os hablo lo publicó la Junta de Castilla y León, con el nombre de “La zona arqueológica de Las Médulas” y fue realizado por un grupo de arqueólogos de distintos organismos oficiales: el CSIC, la Universidad de Valladolid, la de Alfonso X el Sabio y del Patrimonio Histórico Español, a petición de Instituto de Estudios Bercianos, con sede en Ponferrada, (León)

Os confieso que me dejó impresionado y me animó a seguir profundizando en su conocimiento y sobretodo prometí volver a visitar el lugar, a ser posible sin lluvia y pasear por las cuevas y senderos, que son muchos.

Y ya paso a introduciros en el lugar y el tema, a ver que os parece.

Las Médulas como ya os he dicho es un lugar con un paisaje grandioso y espectacular formado en el antiguo monte «Medilianum», de arenas rojizas, castaños y robles, verdes. Las Médulas se sitúan en las inmediaciones del pequeño pueblo homónimo, en la provincia de León.


Cómo llegar.

La mejor manera de llegar es situarse en Ponferrada y seguir por la N-VI, dirección a La Coruña; a unos 25 Kms se toma un desvío por la N-536, dirección al Barco de Valdeorras. Después de atravesar Santalla y tomar el desvío para Villavieja, una estrecha carretera conduce, entre viñas y prados, al Castillo de Cornatel, encaramado en un peñascote piedra caliza.



Este castillo
templario fue protagonista en la novela de Enrique Gil y Carrasco: El Señor de Bembibre.


El amplio lienzo de muralla, en el que destaca la torre del homenaje, impide apreciar la verdadera naturaleza de este nido de águilas colgado sobre un enriscado de piedra caliza. Tras escalar hasta su entrada, bien definida, se accede a su irregular patio de armas, pudiendo desde allí asomarse al precipicio de Rioferreiros. Cerca de la entrada, a la derecha, quedan vestigios de lo que probablemente fue la capilla. Su historia se remonta a la Alta Edad Media (siglo XI) en que se le conoció como Castillo de Ulver.

Desde comienzos del siglo XIII estuvo en manos de los templarios de Ponferrada hasta su disolución en 1.312. Después, y tras algunas reformas, pasaría a manos de los condes de Lemos y marqueses de Villafranca.


Volviendo de nuevo a la N-536, la siguiente parada conduce al lago de Carucedo. Este lago tiene un perímetro de alrededor de 57 hectáreas, rodeado de abundante vegetación de encinas, castaños, sauces, juncos y cañaverales, en el que anidan gran número de variedades de aves. Sobre su origen se han vertido numerosas teorías, aunque hoy nadie duda de que surgiera como consecuencia del cierre del valle por los lavados auríferos de las Médulas.
Durante siglos, el lago perteneció a los monjes de Carracedo, del que extraían suculentas anguilas para su bien abastecida mesa.


Al sur, por donde rompe en épocas de crecida para desaguar por el arroyo Velado, en el término de las Pedreiras, quedan restos de una villa romana, recientemente excavada.

En esta localidad se encuentra el desvío hacia Orellán. Su mirador, nos permitirá contemplar el conjunto de las Médulas desde arriba, obteniendo una amplia panorámica del conjunto, apreciando tanto los desmontes como la red hidraúlica.



Se dominan también desde aquí distintos asentamientos arqueológicos y se aprecia cómo van variando las especies vegetales a medida que se abandona el valle y se alcanzan las montañas. La panorámica, sobrecogedora de por sí (los barrancos tienen una profundidad de más de 100 m.), es especialmente bella y misteriosa a la puesta del sol.


También desde el mirador observará a la derecha una amplia salida de bocamina. Se trata de una de las múltiples galerías excavadas en la montaña, por las que entraba repentinamente el agua provocando la erosión y el derrumbamiento de las masas aluviales, de las que se extraía el oro tras el consiguiente lavado de los lodos. Son 650 m. de longitud que puede recorrer (es necesario una linterna), desde la entrada que se encuentra al pie del mirador.


Este balcón natural es un lugar ideal para observar otros elementos que fueron fundamentales a la hora de acometer la explotación. Por ejemplo los canales, imprescindibles para trasladar el agua desde el nacimiento de los ríos. De ellos se aprecian restos en la parte alta del Monte Placías, situado al sudeste del mirador.


Aunque hoy son casi imperceptibles, es posible apreciar tres sendas que no son sino el trazado final de canales de una longitud de varios kilómetros.



Antes de ser introducida en las galerías, el agua se almacenaba en embalses cuyas compuertas se abrían en el momento oportuno para que el agua recorriera con fuerza los túneles a fin de ocasionar el derrumbe.


¿Qué son las Médulas?

Las Médulas son... una mina de oro... un Patrimonio de la Humanidad... un enclave único y una explosión de naturaleza llevada a cabo por la mano del hombre; salpicada de cuevas, galerías, canales, miradores, sistemas de explotación minera e historia... mucha historia, lo que hacen de este lugar un legado Romano único e incomparable. Hay que conocerlo.

Están situadas en la comarca de El Bierzo, cerca de la localidad de Carucedo, como ya hemos dicho. El paraje era conocido históricamente con el sobrenombre de Las Barrancas.




El espacio natural de Las Médulas presenta una fisonomía paisajística singular y muy llamativa, originada por la actividad humana sobre el propio terreno.

Este aprovechamiento, potenciado sobretodo en la época de la dominación romana con vistas a la extracción de oro, fuente de financiación del Imperio, originó un conjunto de cárcavas y barrancos de apariencia muy semejante a la actual, donde contrasta el intenso color pardo-rojizo de la tierra con el notable verde de la vegetación, que rota por la paleta cromática a medida que van avanzando las estaciones.


Un Poco de Historia

Entre los siglos I y II de nuestra era, entre el río Sil y Los Montes Aquilanos, (de estos montes ya os hablé en el capítulo dedicado al Valle del Silencio) entre romanos y esclavos, entre el brillo del oro y la transparencia del agua... encontramos una zona de enorme actividad para aquella época; una explotación en busca del dorado para Roma.

Más de 8.000 esclavos trabajando en una obra de ingeniería, en un yacimiento único.


Se trataba de una explotación aurífera que empleaba el sistema de ruina montium.
El método de “ruina montium” o arrugia” descrito por Plinio corresponde a un sistema de explotación extensivo (hoy denominado cortas de minado) que fue el empleado de forma mayoritaria en Las Médulas.

El agua se canalizaba desde el nacimiento de ríos y arroyos transportándola a depósitos (“piscinae” o “stagna”) situados en la parte alta de la montaña hasta llenarlos. En el momento oportuno, el agua se soltaba repentinamente y a su paso por las galerías abiertas en las entrañas de la montaña se conseguía la erosión y el derrumbamiento de las masas aluviales. La fuerza hidraúlica continuaba actuando, tras el derrumbe, arrastrando la masa hacia los canales de lavado, las “agogae”.

Los estériles más gruesos se eliminaban antes de penetrar en los canales (eso explica los enormes montones de cantos rodados, denominados “murias”, que se ven en todo el entorno) y los estériles más finos se encauzaban por los canales de evacuación hacia los conos de deyección de estériles o colas de lavado. De acuerdo con la descripción que hace Plinio, las “agogae” estaban hechas con gradas y cubiertas con tojo. “El arbusto es semejante al romero, áspero y capaz de retener el oro. Cierran los laterales con tablas y depositan estos matojos en sus escaleras …”


Se hallan así masas que pesan más de diez libras. Después el tojo se quema, lavándose su ceniza sobre un césped de hierba abundante para que allí se retenga el oro”. Así pues, el paso previo para conseguir que la montaña se viniera abajo era la excavación de galerías interiores lo que, sin duda, requirió la presencia de técnicos cualificados.

Se calcula que el oro extraído en la mina a lo largo de los siglos se puede estimar en unos 5.000/6.000 Kg..,

Para ello se removieron en torno a 100 millones de m3 de aluvión, lo que da idea de la magnitud de la explotación.
Un paseo por el lugar

La primera visita, antes de adentrarnos por Las Médulas, se debe hacer al Centro de Interpretación del Aula Arqueológica, donde podemos comprender y recopilar la suficiente información sobre esta explotación Romana.El Aula que pertenece a la Junta de Castilla y León, está gestionada por El Instituto de Estudios Bercianos y desde aquí se organizan visitas de grupos, guiadas, para recorrer el yacimiento, donde nos van dando una visión más clara y objetiva del conjunto

Tanto si decidimos incorporarnos a un grupo para visitar Las Médulas, como si lo hacemos por libre, en el Aula encontraremos un conocimiento del medio y de cómo y por qué lo explotaba El Imperio Romano.

Existe en ella una sala de proyección, exposiciones de los materiales que se usaban y una reconstrucción del yacimiento. Todo de un alto interés.

Los horarios de visita,son, en invierno, los sábados de 10.00 a 13.30 por la mañana y de 15.30 a 18.00 por la tarde. Mientras que en verano permanece abierto todos los días de 10.00 a 13.30 y de 16.00 a 20.00.
Para más información se puede llamar al teléfono del Instituto de Estudios Bercianos (987 401954/ 987 422848) o al Fax: (978 401954).

Nosotros por distintas circunstancias no pudimos ver a fondo el yacimiento, pero he encontrado información en la red de una visita realizada por un grupo senderista pucelano, muy ilustrativa, como guía, que paso a relataros.



Vamos a comenzar el recorrido en la localidad de Las Médulas, pueblo pequeño, “peatonal” en donde se entremezclan las casas tradicionales con las nuevas construcciones. Desde el aparcamiento, al lado del Aula Arqueológica, seguiremos la carretera que entra en el pueblo.


Justo enfrente de la fuente cubierta, abandonaremos la carretera por un camino de tierra que sale hacia la izquierda por entre tierras de labor y enseguida penetra entre los picachos arcillosos.
El camino se desvanece y nos encontramos en un sendero que, en descenso, nos llevará a “La Cueva Encantada”, restos de una mina.


Continuando el sendero llegaremos a “La Cuevona”, restos de otra mina. El sendero se hace otra vez camino y continuaremos por él hasta la carretera.

Al principio de ella tomaremos un nuevo sendero que sale hacia la izquierda, nos llevará por algunos rincones agradables y nos volverá a la carretera por la que seguiremos hacia la izquierda.

Al llegar a “La Fuente de la Tía Bibiana”, un amplio aparcamiento con una fuentecita de escaso caudal, abandonaremos la carretera por el sendero, que en fuerte pendiente, sale hacia la izquierda.

Por él subiremos hasta la parte alta de la explotación y encontraremos una pista en la que, unos 500 m a la izquierda, hay un mirador de toda la cuenca: el Mirador del Aguila.



Volviendo sobre nuestros pasos y siguiendo la pista pasaremos al lado de canales, recién excavados, y llegaremos a “Campo la Braña” donde hay merendero y, a veces, agua.
Continuaremos por el camino que, hacia la derecha, inicia pronto el descenso.

Pasaremos al lado de “Las Medulillas de Yeres”, que podemos visitar con un corto desvío.

Pasaremos por otro mirador de la parte baja de la explotación y llegaremos a la pista que une Las Médulas con Yeres que tomaremos hacia la derecha.

Pronto sale hacia la izquierda, casi hacia atrás, un camino que seguiremos hasta el lomo e iniciaremos el descenso, a nuestra derecha, por un sendero que desciende lomo abajo, hasta encontrar, ya cerca del valle, otro camino, que viene de La Balouta y que, siguiéndolo hacia la izquierda, nos lleva enseguida hasta “La Palombeira”, que constituye la boca de un desagüe de la explotación.
Hemos de regresar sobre nuestros pasos y continuar por el camino hasta La Balouta y seguir, en fuerte ascenso, siempre por el camino de la derecha. Encontraremos otra pista que cruza.

Podemos seguir al frente para visitar el “Lago Sumido” e incluso más adelante para observar la planicie de los estériles de la explotación. Siguiendo la pista a la derecha regresaremos a Las Médulas.


Habremos empleado cerca de 5 horas.

Morfología, flora y fauna

Dentro de la situación general de la Hoya Berciana, el terreno está compuesto por materiales maleables detríticos de arcillas y conglomerados de la era Terciaria.
Habría que destacar en la fauna de la zona el
jabalí, el corzo, el gato montés etc. y una avifauna superior a las cien especies, localizadas sobre todo en la vertiente del río Cabrera



Además hay que destacar la presencia de anátidas, azulones y otros, en el lago Sumido y en otras charcas de las inmediaciones, además de las abundantísimas ranas. Aseguran que también hay unas pequeñas tortugas.

Muy abundantes los castaños que, silvestres, tapizan los pies de algunas paredes y, cultivados que presentan gran tamaño y curiosas formas. Hay madroños, encinas y verdaderas extensiones de garbanzos.


Espero que pronto podais verlas "in situ" y disfrutar del paraje.