Por las comarcas zamoranas de Aliste y Sayago
Con ocasión de un viaje que hice por la zona de Sanabria, con visita al Lago y a la Puebla, ambos lugares interesantísimos y ya de vuelta, vi en la guía de Anaya, que siempre me acompaña en mis viajes, un lugar que me llamó la atención y del que no había tenido noticias hasta entonces, llamado Arribes de Duero, que de forma intencionada escribo sin artículo y es porque no se ponen de acuerdo en el género entre las dos provincias en las que se encuentran. Salamanca los considera femeninos y Zamora masculinos.
Planteé visitarlos el día del regreso y fue aceptado por mis acompañantes (esto no es novedad porque, son tan buenos compañeros de viaje que, aceptan todo lo que les propongo).
Salimos de buena mañana hacia la Puebla de Sanabria, desde la casa donde estuvimos pasando la semana y allí tomamos la autovía A-52, dirección León; seguimos adelante hasta un desvío a la derecha, por la N-631, dirección Zamora. A unos 4 Kms tomamos otro desvío a la derecha por la Z-912, dirección Alcañices.
Alcañices, es una pequeña localidad que en 1210 fué cedida a los templarios y en la Edad Media estuvo protegida por una recia muralla, de la que quedan algunos cubos de piedra y uno de ellos es la torre del Reloj
En sus empinadas y a veces porticadas calles pueden verse algunas casas de buena factura, aunque el monumento civil más importante es el palacio de los Marqueses de Alcañices, de sencilla fachada blasonada y anexionada a él la recien restaurada iglesia de la Asunción, que conserva una bella portada del románico tardío y diversos elemento góticos.
También es digna de mención la iglesia renacentista que perteneció a un ya desaparecido convento de franciscanos.
Puede considerarse la capital de la comarca del Campo de Aliste.
Por cierto que allí compramos unos chorizos de la tierra que resultaron buenísimos
Desde allí seguimos por la N-122 hacia Zamora, por la comarca de Aliste hasta un desvío por la carretera que lleva a Ledesma la Z-311.
Pronto a la derecha giramos hacia Villadiergua de la Ribera, desde donde pueden verse los Arribes zamoranos (aquí son machos).
Antes de llegar cruzamos el río por el Puente Pino, una construcción de hierro de primeros del siglo XX que une las comarcas del Aliste y Sayago en un impresionante y silencioso paraje.
Pasamos el pueblo, pequeño, pero con mucha historia. Parece que su origen es anterior a la invasión romana. Testigo de ello es la celebre mula que se exhibe al lado de la iglesia y que en realidad se trata de un verraco de la II Edad del Hierro, hallado en el cercano castro de San Mamed. También se encuentran algunas estelas romanas empotradas en los muros y casas de la localidad.
Seguimos buscando, ya por caminos de tierras el mirador que nos permitiera ver nuestro objetivo.
No sin esfuerzo, llegamos a un lugar, que por allí llaman La Peña Redonda, donde dejamos el coche y ya pie a tierra nos acercamos y quedamos maravillados de lo que se presentaba ante nuestros ojos: un cañón profundísimo, excavado por el río Duero, fronterizo con Portugal, poblado de espesa vegetación en ambas orillas y los buitres sobrevolando nuestras cabezas. Allí estuvimos parados hasta que nos llenamos del paisaje y debo decir que creo que lo visto mereció la pena. Estando allí mirando vimos pasar un barco por el río, que por aquí se encuentra embalsado. Luego supimos que se pueden hacer cruceros desde varios puntos
Repuestos de la agradable impresión, deshicimos el camino y nos dirigimos a otro punto de observación de este paraje que, no he dicho hasta ahora, tiene más de 100 Kms, de longitud.
Nos dirijimos al pueblo cercano de Fariza. Allí de nuevo pudimos ver la grandiosidad de la naturaleza, desde un mirador natural situado en las afueras del pueblo, rodeados de enebros y al lado de la ermita de la Virgen del Castillo, muy celebrada, con una romería el primer domingo de Junio.
El día y el lugar invitaban a quedarse, pero había que seguir. No obstante y como era hora de comer sacamos los bocadillos que habíamos preparado y los tomamos en el atrio de la ermita, con lo cual alargamos la estancia. Alrededor de la esta había numerosos cuadros sembrados con lirios y no nos pudimos resistir a “robar” unas cuantas cebollas, que hoy tengo plantadas en mi jardín.
El día y el lugar invitaban a quedarse, pero había que seguir. No obstante y como era hora de comer sacamos los bocadillos que habíamos preparado y los tomamos en el atrio de la ermita, con lo cual alargamos la estancia. Alrededor de la esta había numerosos cuadros sembrados con lirios y no nos pudimos resistir a “robar” unas cuantas cebollas, que hoy tengo plantadas en mi jardín.
Desde allí, después de disfrutar del relato de un lugareño, que nos contaba como de niño y antes de que el río estuviese embalsado lo cruzaban con cuerdas y pasaban a Portugal, en la otra orilla, continuamos hacia Fornillos de Fermoselle.
Pronto llegamos Fermoselle, pueblo situado en plenos Arribes, en un altozano de laderas trabajadas en bancales, sembradas de viñedos, frutales y olivos.
A lo largo de la historia ha sido un lugar aprovechado, por su situación estratégica, como refugio en caso de peligro.
El destruido castillo que coronaba la villa fue el último baluarte del Obispo Acuña en la guerra de los Comuneros.
Su trazado urbano remite a un pasado medieval del que se conservan aún algunas puertas como la del Arco. También la plaza mayor posee un gran encanto y constituye el centro de la vida de este pueblo.
Conserva su iglesia parroquial del siglo XIII, con portadas románicas, aunque renovada en su interior en el siglo XVI, así como dos ermitas y varios cruceros.
Recientemente ha sido restaurado también el convento de San Francisco, de 1730.
Las fiestas tienen lugar en agosto, cuando se celebran los encierros de toros en la plaza mayor y el 8 de septiembre que festeja a su patrona Nuestra Señora de la Bandera.
En la gastronomía local hay que destacar los vinos de los Arribes sustentados en la variedad de uva autóctona Juan García, que en las terrazas bien soleadas están a salvo de los vientos y bajas temperaturas. El aceite es otro producto del lugar.
No lejos de aquí existe también un buen mirador de los Arribes, que no visitamos por falta de tiempo.
Con esto dimos por terminada nuestra visita, aunque prometemos volver para verlos desde algunos de los barcos que surcan las aguas, entre la distintas presas. Existen embarcaderos tanto en España como en Portugal .
Si estais interesados en estos cruceros os recomiendo entrar en internet y allí encontrareis información detallada con horarios y precios de distintas empresas y los distintos embarcaderos disponibles.Os incluyo a modo de ejemplo la información de una de las empresas.
"Desde 1995 la empresa, El Corazón de las Arribes S.L. comenzó la aventura de navegar en uno de los rincones más agrestes, vírgenes e inaccesibles del cauce del Duero, en el corazón de las Arribes (aquí son hembras).
"Desde 1995 la empresa, El Corazón de las Arribes S.L. comenzó la aventura de navegar en uno de los rincones más agrestes, vírgenes e inaccesibles del cauce del Duero, en el corazón de las Arribes (aquí son hembras).
La posibilidad de ofrecer al turista este privilegio, ha supuesto todo un reto.
Navegar por las apacibles aguas del Duero, observando el majestuoso vuelo de joyas aladas como la cigüeña negra y el aguila real en su habitat natural, es una experiencia única."
Navegar por las apacibles aguas del Duero, observando el majestuoso vuelo de joyas aladas como la cigüeña negra y el aguila real en su habitat natural, es una experiencia única."
1 comentario:
¡Qué maravilla tito! me encanta tu iniciativa, y más aún tu manera de disfrutar de la vida. Besos. Beguito.
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